Cuentos con moraleja

Cuentos con moraleja: "Estar siempre preparados"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

jardin2

Debemos estar preparados en todo momento, no con miedo, sino con la confianza que nos da el amor. Cuando esperamos la llegada de alguien a quien amamos, nos preparamos para recibirle y procuramos tener a punto todo cuanto necesita para que esté a gusto entre nosotros.

Un famoso escritor italiano relataba en su diario de viajes:

Llegué a Villa Areconati, junto al lago de Como, una joya de los Alpes italianos. Un jardinero me abrió la pesada puerta de hierro y me condujo a través del admirable jardín de la mansión. Mientras caminábamos por aquel hermoso parque, se desarrolló la siguiente conversación:

¿Cuánto tiempo hace que está usted aquí?

Veinticinco años.

¿Y cuántas veces ha visitado su amo esta propiedad?

Unas cuatro veces, si mal no recuerdo.

¿Y cuándo vino por última vez?

Hará unos doce años.

Entonces le escribirá o le llamará por teléfono.

No, nunca lo ha hecho.

Entonces, ¿con quién trata usted?

Con el administrador, que vive en Milán.

¿Viene a menudo?

No, nunca. Sólo hablamos por teléfono.

Entonces, ¿quién viene aquí?

Casi siempre estoy solo; pocas veces viene algún foráneo a visitar la finca.

No obstante, usted tiene el jardín tan bien cuidado y tan hermoso como si su amo fuera a venir mañana.

Hoy mismo, señor, mi amo podría venir hoy mismo.

Ésta fue la respuesta de un jardinero laborioso y consciente de su tarea. Y esta respuesta es un modelo de cómo tenemos que vivir nuestra vida.

*** *** ***

Nuestro corazón siempre debe estar preparado para rendir cuentas; no tanto por miedo cuanto por amor a la persona con la que nos vamos a encontrar. ¡Cuántas personas han olvidado esta verdad tan elemental! Viven sin pensar nunca que un día tendrán que rendir cuentas de sus acciones. Se encierran en su propio mundo y se olvidan de su Creador.

Este cuento es un maravilloso ejemplo de cómo deberíamos vivir: teniendo siempre nuestro jardín arreglado para ofrecérselo como fruto de nuestro amor a Dios nuestro Señor. Y si el amor no fuera suficiente para hacernos cambiar de conducta, no olvidemos nunca el aviso que el mismo Señor nos hizo: “Estad siempre vigilantes, pues cuando menos lo penséis vendrá el Hijo del Hombre” (Cfr. Mt 24: 42-51)