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Solemnidad de Pentecostés (B) (19 mayo 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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Jn 20: 19-23

“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»”

Celebramos hoy la Solemnidad de Pentecostés.

Cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo, y diez días después de su Ascensión, Jesús, como había prometido, nos mandó su Espíritu para que se hiciera realidad en nosotros la nueva vida que Él nos había conseguido a través de su muerte y resurrección

En aquel tiempo fueron los apóstoles y la Virgen María quienes, reunidos en el Cenáculo, recibieron el Espíritu Santo.  Ahora, somos nosotros quienes le recibimos a través de los sacramentos.

Con el Espíritu Santo recibimos una nueva vida, la vida sobrenatural, que nos hace hijos de Dios por adopción, receptores de sus dones y frutos (Gal 5:22-23). El Espíritu Santo es para nuestras almas lo que el corazón es para nuestro cuerpo. Sin corazón no podemos vivir; pues sin el Espíritu Santo en nosotros estamos “espiritualmente muertos”. Por la gracia santificante que nos da el Espíritu somos hechos hijos de Dios; y como hijos, herederos del premio eterno del cielo.

Cuentos con moraleja: "¡Hola! Soy tu ángel de la guarda"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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¡Hola! Soy un ángel de la guarda. Todos sabéis cuál es mi misión, ¿verdad? Los ángeles de la guarda somos vuestros amigos y estamos siempre a vuestro lado. Cada niño tiene su ángel de la guarda. Y como hacéis muchas travesuras, ¡hemos de trabajar de firme para que no os suceda nada malo!

Cuando decís ¡Por poco me caigo!, pero no os habéis caído, ha sido vuestro ángel de la guarda quien os ha dado la mano. Cuando os cuesta mucho hacer alguna obra buena, y sin embargo, la hacéis, ha sido vuestro ángel quien os ha animado. No nos distraemos nunca. Aunque no nos veáis, siempre os cuidamos, pase lo que pase.

Como podéis imaginar, los ángeles sabemos muchas cosas: ¡hemos acompañado a tantos niños! Nos gusta mucho contarlas, sobre todo cuando son cosas buenas.

A mí me ha tocado en suerte ser el guardián de Miguel. Sus amigos dicen que Miguel tiene madera de capitán. ¿Sabéis lo que quiere decir eso? Pues que Miguel es un niño con muchas ideas y que les convence siempre a los demás. Tarde o temprano, todos hacen lo que él quiere.

¡Figuraos lo orgulloso que estoy! Ser el ángel de un futuro capitán, ¡casi nada!

¿Qué se entiende como pecado contra el Espíritu Santo?

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Teología y Catecismo.

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Tomado del Catecismo Mayor de San Pío X

Todo el que hubiere hablado contra el Hijo del Hombre será perdonado. Si, no obstante, habla contra el Espíritu Santo, no alcanzará perdón ni en este siglo ni en el venidero. (Mt. 12, 32)

Además de los pecados mortales (pecados graves) y de los pecados veniales (pecados leves), hay otro calificativo de pecados justamente por ser pecados especiales y con un alcance de malicia diferenciado… trataré más abajo ese calificativo diferenciado.

Los pecados mortales (que son los pecados más graves) nos apartan de Dios y nos llevan al infierno. Solamente a través de una buena confesión, es que podemos ser perdonados. Para hacer una buena confesión es necesario tener fe en que el padre tiene el poder de absolverte (poder este dado por el mismo Jesucristo: Aquellos a quien les perdonareis los pecados, les serán perdonados; aquellos a quien se los retuvieseis, les serán retenidos – San Juan 20, versículo 23) Es necesario también estar arrepentido de haber pecado y prometer nunca más hacerlo nuevamente.

Los pecados veniales (que son los pecados leves como, por ejemplo, una pequeña mentira que no perjudique a nadie, una glotonería que no traiga perjuicios serios a la salud, etc.…) también nos apartan de Dios, pero no merecemos el infierno por causa de ellos, porque son culpas leves. Si morimos con pecados veniales, iremos a pagar nuestras culpas en el Purgatorio y después iremos al Cielo. Siendo Dios purísimo, imposible que se esté en Su Divina presencia, con ninguna mancha, por menor que sea. Los pecados veniales son perdonados rezando un Acto de Contrición o con arrepentimiento practicando algún otro acto de piedad.